La profunda antipatía que sentía Jardiel Poncela por los ingleses y todo lo que tuviera relación con ellos, era un aspecto conocido por la mayoría de sus contemporáneos. Esta aversión era tan extrema, que cuando el médico le recetó penicilina (descubierta por el británico Alexander Fleming en 1928), el intelectual la rechazó, aun estando grave. Murió a los pocos días. Algo parecido me pasa a mí, aunque espero consecuencias diferentes, cuando me hablan de comprar una dosis de acciones americanas. Por encima de mi cadáver. El mercado ha seguido su marcha ascendente, pero yo prefiero mantenerme alejado de las mismas (aunque he aprendido a no quedarme corto, o por lo menos mucho). El mes de vacaciones y las conversaciones con amigos de mis hijos que están operando en mercados financieros, me reafirman en mi decisión. Lo más difícil es gestionarlo cuando estás muy cerca de las pantallas o de los titulares de prensa, pero conservando distancia, resulta menos nocivo y si no está apretado por un mal comportamiento de tu fondo, pues mejor. Factores que nos hacen pensar que estamos en una burbuja en el mercado americano: El primero de ellos, el denominado Indicador Buffett, que simplemente es una ratio con el numerador reflejando la capitalización del mercado, y el denominador el PIB del país. Si cogemos el índice más extenso americano, el Wilshire 5000, nos da una lectura actual por encima del 200%. En el año 2000, antes del reventón de la burbuja de Internet, marcaba un 140%. En el caso de la crisis financiera del 2007, apenas llegó al 100%. Tenemos lecturas del doble ahora mismo. El porcentaje de asignación a acciones de las carteras es la mayor desde noviembre de 2007. Los spreads de créditos están en su nivel más bajo de 25 años. El volumen de los clientes minoristas ha alcanzado nuevos máximos históricos, superando el 17% del volumen negociado diariamente. Desde octubre de 2022 (el comienzo del ciclo alcista actual) el índice SP500 ha subido un 84%, los beneficios un 18% y el múltiplo precio/beneficio un 48%. El sector que está moviendo todo el capex es la inversión en data centers. La proporción del gasto en data centers es mayor que el gasto de las empresas de telecomunicaciones a finales de los años 90, principios de siglo. En los últimos 90 días, Nvidia ha añadido 1.2 trillones de dólares a su capitalización. El siguiente caso histórico de subida de capitalización, en el mismo período de tiempo, es de Microsoft con 400.000 millones de dólares. El total de la bolsa española capitaliza unos 920.000 millones de euros. La capitalización de Nvidia ahora mismo es mayor que las bolsas de Alemania, Francia, Gran Bretaña o Canadá. Es cuatro veces superior a toda la Bolsa Italiana. Vuelve a aumentar las compras apalancadas. Las compras con márgenes se han disparado en los dos últimos meses, alcanzando un nuevo máximo por encima del trillón de dólares. Los volúmenes de las opciones con vencimiento en el mismo día representan ya el 61% del total de las opciones negociadas. Son opciones que vencen el mismo día que se negocian. A esto debemos unir la concentración de negociación en las denominadas Meme stocks, acciones repetidamente mencionadas en los blogs de inversores minoristas que buscan dar el pelotazo, a pesar de que su cuadro financiero está más cerca de la quiebra. A estos factores cuantitativos, podemos añadir otros factores cualitativos. Pikkety debe de estar ya en el frenopático, pero nos seguimos preguntando hasta cuando los rendimientos financieros van a seguir creciendo muy por encima de la producción de bienes. Hay un sentimiento generalizado (y la verdad es que los hechos hasta ahora no lo rebaten) de que hay que comprar cada vez que hay una caída porque subirá de forma inmediata. Esto está generando, o más bien degenerando, en una economía totalmente especulativa, con unos altos riesgos financieros, donde la línea entre inversión, trading o juego no está delimitada. Las redes sociales, el desarrollo tecnológico, han disparado estos factores. Es muy difícil de combatir una ganancia rápida y grande. Más si lo comparamos con las horas dedicadas a recibir un salario por un trabajo para el 95% de los ciudadanos. Es increíble el ascenso de los day traders entre los muy jóvenes. Entre la “esclavitud” de un trabajo de 40 horas y la libertad del trading, no hay color, dicen. Todo esto se hace sin una verdadera formación financiera, guiados por cuatro bloggeros que dicen que ganan siempre. El mercado, como ya hizo en 2007, crea productos para satisfacer la demanda especulativa, principalmente a través de ETFs que dan varias veces la revalorización del subyacente. Nvidia * 10, por ejemplo. El auge de los fondos pasivos que operan, no por valoraciones, sino por peso en la capitalización. Compran más de los mismos nombres, sea cual sean sus fundamentales, produciendo un efecto arrastre. Ahora mismo, las 10 empresas más grandes representan el 38% del S&P 500. Los efectos de estos dos últimos factores funcionan de forma inversa en el caso de caídas de los mercados, disparando la volatilidad. Disclaimer: Estos mismos argumentos, no tan exagerados como ahora, los hemos podido reunir en los últimos años y no por ello se ha visto reflejado en caídas de mercado, y cuando lo ha hecho, después de todo, es la misma exageración una capitalización que represente un 200 por cien el PIB, que lo haga en un 150%, y la diferencia de revalorización de las carteras es significativa. La escasa duración de las ventas ha sido la fuente principal de alimentación del siguiente tramo alcista, que de forma inmediata provoca las famosas vueltas en V que no solamente recuperan niveles anteriores, sino que los superan como si fueran mantequilla. El famoso FOMO que circula tanto entre los adolescentes, se transmite también al mercado. El miedo a perderse algo bueno sirve como arma arrojadiza contra los bajistas. Siempre parece más productivo ir junto con los demás en la dirección errónea, que solo en la correcta. Ya Kostolany decía que no merecía la pena ganar tú solo con las caídas de los mercados, porque no había nadie más cenando en el restaurante. Ahora mismo, preguntas a la gente, y descarta cualquier tipo de bajada prolongada. Los mismos que pensaban hace tres años que los tipos de interés nunca iban a subir después de 25 años de caídas consecutivas… Como pueden ver, en este argumentario no he mencionado nada de geopolítica, crecimientos desaforados de las deudas públicas, o crisis inflacionarias, que ya merecerán, a no mucho tardar, nuevas epístolas. Picabea decía que tenemos la cabeza redonda para permitir al pensamiento cambiar de dirección. A lo mejor no queda tanto para que esto suceda

Fuente CIR (CIMD Intermoney Research).

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